Yo sí bloggeo ¿y tú?

Con esto de las redes sociales y el uso de las herramientas de la Web 2.0, a muchas personas se nos ha abierto la posibilidad de expresarnos y publicar nuestros artículos, sin la mediación de una casa editora o de una publicación periódica que nos apoye o nos publicite. Sin proponérnoslo abiertamente ni pretendiendo "serrucharle el puesto" a periodistas, articulistas, editores ni escritores, mucho menos a publicistas, hemos entrado en este mundo de las comunicaciones masificadas y del marketing online. 

En nuestros blogs tenemos la libertad de comentar las noticias del momento, proponer ideas, objetar propuestas, aupar las de otros, exponer otros puntos de vista, ejemplificar con nuestra experiencia... Ejercemos el derecho a opinar y creamos nuestros propios editoriales que compartimos con aquellos que te sigan o que se topen con tus escritos.

Pero, también, aquél o aquella cuya vena literaria le aflora, sin temor a que le devuelvan su manuscrito tachonado o sin tachaduras (que de todo hay en la viña del Señor), puede dejar fluir su musa y dejarnos su producción poética o narrativa para deleite o no de sus usuarios.

El blog te da la apertura de publicitar tus ideas, tus productos, y he aquí que, con una buena o no tan buena cámara o celular, puedes subir fotografías de lo que ofreces, describir tu servicio o producto y dejar tu teléfono y dirección de contacto. Una buena tarjeta de presentación que poco dinero te cuesta, pero que necesita de tu dedicación y tu tiempo.

Tus opiniones o recomendaciones acerca de productos o servicios, comentados en Facebook, Twitter o en tu blog, pueden significar el impulso de otros usuarios a probar esa marca, ese producto o ese servicio.

Así mismo puedes el blog puede convertirse en una publicación específica para informar a un grupo exclusivo. 

Se puede usar como extensión del aula de clases porque da la apertura para colocar en él, ejercicios, actividades, talleres y da la opción para que el alumno comente, pregunte y envíe sus resultados...

El blog puede ser un diario más rápidamente publicado que el Diario de Ana Frank y puede recibir retroalimentación más pronto que El Correo del Pueblo.

La oportunidad que tenemos de comunicarnos, expresarnos, actualizarnos y llegar a tantas personas como queramos y aún más, supera a la que previamente había dado la invención de la imprenta (1450, J. Guttenberg), del telégrafo (1840, S. Morse), del teléfono (1871, A. Meucci y 1876, A. Graham Bell), el cine (1895, hermanos Lumière), del linotipo que permitió el desarrollo de la prensa escrita (1884, O. Mergenthaler), la radio (1896, G. Marconi) o la televisión (1926, J.L. Baird).

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