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Los niños de uno, los niños de todos

Alguna vez algún escritor, de cuyo nombre no puedo acordarme, acuñó una frase que se ha convertido en el motor de vida de muchas personas a nivel mundial, parafraséandolo: "cuando se tiene un niño se tienen todos los niños del mundo".
A veces vemos casos como el de Mia Farrow, el de Madonna o el de Angelina Jolie que tienen varios niños entre propios y adoptados, y te preguntas ¿por qué esa necesidad de tener niños de tantas edades, de diferentes orígenes y razas? No voy a entrar en hipótesis acerca de las posibles razones por las cuales parecieran querer coleccionar criaturas. Solo pienso en la suerte que corren algunos niños en este planeta, abandonados a su suerte, que mueren en basureros o alcantarillas, de hambre, de frío, de desamor... Y no sé qué me da en el corazón.
Una persona conocida no pudo ser madre, por alguna razón... Adoptó dos niñas hermosas. Si la historia de esas niñas hubiese sido ser criadas por sus madres biológicas, su historia hubiera sido otra: hospitales, hambre, pobreza, desnutrición... Pero, su madre adoptiva les dio su amor, su cuidado y su dinero, que ha significado una vida más sana y sin tantas privaciones, por no decir ninguna. Una muy querida amiga mía tiene como adagio personal: "¡el dinero no es felicidad, pero cómo se le parece!". Una de las niñas nació con problemas neuromotores. Su mirada estaba perdida y se notaba que algo no andaba bien. Esa niñita desde los primeros meses recibió la mejor atención médica, incluso en el extranjero. Su enfermedad hoy por hoy se ha reducido en gran medida, pero lo más importante es que se ve una niña feliz y saludable. Siempre pensé que era una gran fortuna que esa pequeña hubiese llegado a las manos de esa madre de corazón. Y aún más paternales y familiares que ella lo han sido el padre adoptivo y las abuelas. Eso es maravilloso.
Tengo una sola hija. Una "monita" que se me guinda al cuello y casi me despescueza. Pero ella es mi razón de vivir. Por eso no dejo de mirarla, de fotografiarla, de amarla hasta lo indecible.
"Si se tene una hija se tiene todas las hijas del mundo". Ella es mi bendición y lo que me reconforta y me hace perdonar a mi suerte y a mi destino.



"Niño pequeño, problema pequeño. Niño grande...

Nacen nuestros niños. Son una felicidad inmensa. Son tan hermosos. Hasta su llanto nos hace felices. Van creciendo. Comienzan las travesuras. Hay que cuidarlos porque no tienen conciencia de lo bueno y lo malo. Algunas veces se caen, lloran un poco y se vuelven a levantar. Comienzan a aparecer dientes rotos que acarician con la lengua, sin pensar. Comienzan las heridas, los chichones, las fiebres, los vómitos y diarreas, y las carreras a la clínica o al hospital. Hay que enseñarles a controlar esfínteres, a jugar sin golpear, a nombrar las cosas, a no romper los juguetes, a reconocer las primeras letras, a cantar sus primeras canciones y empezamos a entrenarlos para ver las comiquitas en la televisión para que podamos ir al baño, por lo menos. Empieza el colegio y algunos niños comienzan a dejar aflorar sus cualidades de histriones, malabaristas, payasos, luchadores en el ring, gladiadores y/o trogloditas... Dependiendo del caso algunos entenderán cómo es la movida escolar antes de terminar el año académico. Otros, seguirán incólumes a ver quién puede más. ¿Y en el medio? Madres y padres que no saben cómo resolver esa situación: niños inquietos, rebeldes, dispuestos a mandar a callar a la maestra, con vocabulario que no se sabe de dónde lo sacaron, maestras bravas con la situación, con el niño aunque no tenga la culpa, y con los padres que pareciera que no hacen nada al respecto. En algún momento entre una conversación con la familia y los amigos, alguien recomienda un psicólogo o un psiquiatra. Nos duele en el alma reconocer que nuestro niño tiene un problema: de conducta o fisiológico o lo que sea. Queremos buscar una solución a corto plazo para que las maestras no te sigan citando y diciéndote que tu hijo es un demonio, y a largo plazo para que tu hijo no sea un perdedor en el futuro. Te sientes impotente, pero le echas pierna porque es tu hijo. Lo llevas al primer terapeuta y te dice: "No detecto ningún problema. El niño es sociable, sabe jugar, sabe perder, no arma un escándalo si no se juega lo que él quiere, quizás sabotea un poco, pero luego se adapta, blablablablabla. Quizás sea bueno ir a hacer una observación en la clase, a ver cómo se comporta y qué puede detonar el comportamiento indeseable." Pones cara de "Ay mamá, ¿con qué cara pido yo autorización para que un terapeuta vaya a ver cómo es la cosa en el aula?" Para ese momento decides que vea al niño un psiquiatra, porque es un médico y a lo mejor vé algo que el psicólogo o la psicopedagoga no vio. Y el psiquiatra manda a hacer estudios, desde la sangre hasta electroencefalograma. Y tú los haces porque es tu hijo. Aunque tenga cuatro años no lo dejas dormir esa noche para que el estudio salga como debe ser. Y, nuevamente, no sale nada. Y el psiquiatra determina que el problema del niño ERES TÚ. Te dan ganas de ponerte a llorar y no parar. Si tú vives para él, haces todo por él y para él, le buscas el mejor colegio, el mejor médico, la mejor ropa, la mejor alimentación, el mejor entorno... ¿cómo es eso que el niño tiene problemas porque tú se los traspasas o se los causas? Esto para mí sigue siendo un misterio. Mientras tanto, nuestros hijos nos siguen volviendo locos. La maestra de vez en cuando manda una notica porque ya sabe que te vas a estresar si te manda a citar una vez más y la vida sigue transitando, mientras tú ruegas que el niño se acomode con el tiempo, con la madurez, con los años... pero siempre viene alguien a decirte: "Niño chiquito, problema chiquito. Niño grande, problema mayor."

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