Semana Santa

Semana Santa: tiempo de reflexión, de búsqueda y de encuentro... Cada Semana Santa mis vivencias son distintas, pero me dejan una nueva visión de lo que es ser ciudadano en Caracas y fuera de ella. 

En esta oportunidad, la Semana Mayor fue más "larga" para muchos empleados públicos y privados, de lo que ha sido en otras oportunidades, debido a que el día martes fue 19 de abril y ésta es una fecha patria, en el calendario de efemérides de nuestro país. Por ello, el presidente de la República decretó toda la semana como época de asueto con el fin de ahorrar energía... Pero, la pregunta es ¿realmente hay ahorro de energía en un periodo tan largo de festividades?

Observemos en detalle: al no haber clases, lo que ocurre indistintamente cada año, decrete o no el presidente asueto por toda la semana, los niños y adolescentes permanecen más tiempo en casa viendo la televisión, jugando con sus aparatos electrónicos y chateando, sea por sus celulares o por las redes sociales usando como herramienta sus computadoras. Esto ocurre, normalmente, porque sus padres siguen trabajando hasta el día miércoles, mientras ellos ya están libres. Al tener vacaciones toda la familia, pero, con el mismo sueldo, difícilmente el cálculo de extender la salida vacacional proceda. Al contrario, si se calcula una estadía en la playa de uno o dos días, con el salario con el que se cuenta, no creo que se alargue a tres o cuatro días, pues la cantidad de dinero sigue siendo la misma. Así que los días libres extras se pasan en la casa. Más gasto de electricidad viendo la televisión, usando la computadora, usando el calentador de agua, la lavadora, la plancha, en fin, si se está en el hogar y se es ama de casa, probablemente se pondrá a hacer los oficios que no le da tiempo de realizar en la semana. Igualmente el padre de familia suele hacer las reparaciones que tiene tiempo la señora de la casa indicándole que realice, así que el taladro, la sierra y la manguera, son algunas de las herramientas de las que echará mano el señor para arreglar puertas, ventanas, electrodomésticos y el carro, para prepararlo para el corto viaje que le hace falta a la familia para bajar el estrés. 

¿Cuánta energía eléctrica se ahorró en este tiempo? ¿Cuánta agua? 

Más bien se incrementó el consumo hogareño lo que se traduce en un incremento en el costo de los servicios para el bolsillo familiar. Pero, como no soy economista, voy a dejar el tema del ahorro energético y pasaré a narrar mi peripecia como ciudadana, que es otra cosa.

El lunes, hartamente aburrido, dio paso al martes 19 de abril. Decidí matar dos o tres pájaros de un tiro, y, a sabiendas de que después me iba a ser muy difícil ir a misa y visitar los templos, decidí llevar a mi hija y a mi madre al centro de la ciudad para realizar un corto recorrido por las iglesias que más estimamos: la iglesia de San Francisco, la Catedral de Caracas y la Basílica de Santa Teresa y Santa Ana. Fuimos en Metro para no pasar mal rato con el carro y su estacionamiento. 

En la estación Capitolio hicimos nuestra parada y caminamos a la iglesia de San Francisco. Nos gusta esta iglesia por la bella imagen de la Dolorosa que recuerdo de mi época de la niñez, cuando asistía a las procesiones del jueves santo. Toda el ala izquierda estaba envuelta en plástico porque se le está haciendo remodelaciones (¡Gracias a Dios!).  


De allí subimos hacia el Capitolio, rumbo a la Plaza Bolívar, en la que se estaban congregando "los rojo-rojitos" para la ofrenda floral al padre de la patria. Por ello, no nos quedamos ni siquiera un ratico en la bella plaza que tanto le gusta a mi hija y en la que pasé tantos ratos de mi niñez. Así que seguimos camino hacia la Catedral. Allí hay varias imágenes que me gustan mucho, sobre todo cuadros de la época colonial que se han conservado allí, y la capilla Bolívar que nunca dejamos de admirar. 

Bajamos por Santa Capilla hasta llegar a la placita frente al Palacio de Justicia, bajamos hasta el frente de la esquina de Cruz Verde y seguimos a la derecha para subir hacia la iglesia de Santa Teresa en donde se encuentra la imagen del Nazareno de San Pablo. Esta vez, por más que nos ubicamos lo más cerca posible para verlo, no me fue posible verle el rostro al Nazareno, así de agachado lo encontré. Escuchamos la misa y retornamos a casa con planes de ir el jueves a la playa, por lo que, al día siguiente, hicimos un recorrido por Quinta Crespo para obtener todo lo necesario para realizar una parrillada en los Caracas o en Naiguatá.

Comienza el viaje. Hay que levantarse muy temprano y llenar el tanque de gasolina. Pero antes, todos los preparativos implican gasto de energía: toda la familia se baña, prepara un equipaje, por más pequeño que sea, hay preparativos de desayuno y nada de esto es a la luz de las velas. Ciertamente, se desconecta todo aparato que se pueda desenchufar sin que cause mayores inconvenientes (en una Semana Santa en que nos fuimos a Margarita, mis padres desenchufaron hasta la nevera y todo lo que había en ella se descompuso) y se cierra el paso del gas, por si acaso.

El viaje más corto, más simple y que suele ser más divertido para los niños, es  ir a la playa, aunque sea por un día. El tráfico para bajar al Litoral, comienza antes de las siete de la mañana. Lo malo es que los últimos días estuvieron encapotados y lluviosos. Hacía tiempo que no íbamos a Los Caracas. El viaje nos pareció interminable. Y, mientras más nos acercábamos al punto de llegada, más nos asustaba el panorama: la vía, poco a poco,  se llenaba de piedras, arena, tierra, porque la montaña iba cediendo después de la tormenta de la noche anterior. Conclusión: parrilla y vuelta para la casa. Luego nos enteramos que Los Caracas estuvo complicado y desalojaron a los temporadistas, por lo menos de la parte del río.

Con las lluvias, los que decidieron quedarse en Caracas, tuvieron que apelar a las películas en casa, comiendo cotufas y helados caseros, pues ni la opción del parque esta vez pudo "ayudar" a los que tenemos niños pequeños. Apenas el domingo de Resurrección no llovió, pero ya era día de volver... El lunes volvía a ser día laborable y escolar, y había que preparar las cosas para regresar a la rutina. Así que fue una Semana Santa pasada por agua. Los mejores días fueron al comienzo del asueto decretado presidencialmente, pero los propiamente días de la Semana Mayor, estuvieron complicados para vacacionar o para celebrar los rituales propios de esta fecha litúrgica, como procesiones o las visitas a los siete templos.

Comentarios

  1. Hola Herminia!!! Realmente todo estuvo tal cual y como lo describes, ahora eres la cronista de Caracas y sus días encapotados. Lo que no estoy muy segura es si este año dieron asueto a los empleados públicos... creo que este año se unió el 19 de abril, pero no a todos les dieron libre. Un abrazo, Luisa

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  2. Hola querida Luisa María,
    Ciertamente la Semana Santa se juntó al 19 de abril, y, hasta donde tengo entendido se decretó toda la semana de asueto. Ahora, ¿se cumplió en todos los empleados públicos? Pues solo puedo decirte que los maestros y profesores dependientes del Ministerio de Educación tienen asueto hasta el 02 de mayo. ¿Qué tal?

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