Tener palabra

Entre los valores que considero más importantes está el mantener la palabra. Antiguamente, era más valioso que un documento obligante.
¿Por qué pareciera que, en estos momentos, la palabra dada no tiene importancia? ¿Por qué los devaneos y por qué pasar por encima de la promesa, mostrando así el poco valor que se le da a lo que se ha dicho?
Independientemente de los otros antivalores que se suman al faltar a los acuerdos verbales (la mentira, el hablar pa'lante y pa'tras, el ocultamiento y hasta la cobardía) está el hecho de que se pierde credibilidad. Si no somos capaces de sostener nuestras promesas, ¿en cuánto o cómo nos auto valoramos?
Hay contratos verbales de carácter personal, compromisos que se hacen para enlazar a dos personas en un servicio, en una acción, en una actividad.
Algunas veces lo prometido es una nimiedad: "paso por ti hoy", "vamos al cine", "te llamo", y esto no ocurre dejando a la otra persona (crédula) con la sensación de haber sido timada, además de haber perdido su tiempo esperando algo que nunca ocurrió. 
Ciertas promesas hechas con ligereza y sus quebrantamientos, pueden marcar emocionalmente a la otra persona, por ejemplo cuando uno de los padres o ambos aseguran a un niño algún beneficio o premio y, finalmente, lo olvidan o incluso llegan a ofender al pequeño por insistir en el "pago" del compromiso adquirido.
Otros casos son más graves porque implican a más de una persona. Sin ir muy lejos, es el caso de una ceremonia matrimonial. Tristemente hemos sabido de oportunidades en las que novio o novia son dejados frente al altar, con todos los invitados esperando ya en la iglesia ya en el sitio en donde se efectuaría la recepción. Estos incumplimientos causan, además de desilusión y dolor, una gran humillación, ya que es algo público y notorio.
Pero, otras promesas son de carácter comercial, cuando hay dinero de por medio o un negocio, se puede incurrir en un delito. Hay que ser más conscientes con todos los elementos que implican una negociación para no caer, no solo en la falta de palabra, sino en la cárcel por dolo.
En un mundo ideal, si se hace un compromiso verbal que va acompañado por un apretón de manos, este es un contrato que solo su conclusión o concreción, lo finalizarían. Sin embargo, sabemos que la vida da muchas vueltas y que, por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, pueden modificarse los términos del acuerdo, pero esto sería sobre la base de nuevos convenios discutidos por las partes interesadas. Estos son los principios de los negocios.
Volvamos a dar importancia a nuestra palabra. La seriedad que reviste el hacer una promesa no debe considerarse una banalidad o una bagatela. La palabra es lo más importante que tiene el hombre (el hombre antropológico no sexual, por lo tanto aplica también a la mujer) y esto debería ser enseñado a los niños desde su más tierna infancia: sostener sus "juramentos". Me imagino que por eso es que nos dicen que "es malo jurar", por temor a no cometer perjurio o al castigo que pudiese sobrevenir por este mismo delito moral o comercial o social...
Piensa bien lo que vayas a prometer, porque en ello va tu valor como persona, tu credibilidad y tu seriedad.

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